martes, 31 de julio de 2012

A mí



A mí, sinceramente, me dan risa las pocas ganas de vivir que tienen algunas personas. Suicidarse por el simple motivo de que todo va mal o de que no tienen ánimo o fuerzas para seguir, ¿Y donde queda el amor hacia uno mismo, hacia la propia vida?
 Yo conozco a una persona que por desgracia no puede llevar una vida del todo normal, me aventuraría a decir que no es nada normal, pero también es la persona con más ganas de seguir adelante y de vivir que he conocido nunca.  Nunca la verás quejándose por lo que no tiene o por lo que podría tener.
La felicidad. Bonita palabra. Es algo que siempre verás reflejado en su rostro. Por mucho que le duela algo, siempre tendrá una sonrisa guardada para ti. Por muchos viajes, operaciones, tratamientos o pastillas, que le hayan recetado, lucha por salir adelante. Lucha por vivir. Lucha por sentirse normal. Lucha por ser una niña.  Porque el simple hecho de ver una tarta en e
la que ponga su nombre, año tras año, ya es un motivo para ser feliz. Porque aunque los demás necesitemos miles de cosas materiales para ser felices, a ella con ver a su familia, después de dos o tres meses, le basta. Con una simple visita y una propuesta de otra, puedes alegrarle toda una semana.  Cuando por comer un simple plato de comida normal, tienes que pasar por millones de otros alimentos, te das cuenta de que esas son las pequeñas cosas que hacen fuerte a uno mismo, son las cosas por las que merece la pena seguir adelante, son las cosas por las que merece la pena estar allí. Y estas pequeñas cosas son por las que sonrío cada día, por saber que ella va a poder hacerlo conmigo. 

lunes, 30 de julio de 2012

Mi mejor libro de historia


Me planto frente a la tienda de tatuajes, con la esperanza de que él no se pueda  borrar de mí, aunque solo sea de mi piel.  Solo habían pasado dos semanas del 1 de Mayo, en el que aquel joven revolucionario, crecido y madurado por los años,  nos dejo su historia y su recuerdo. Y nos lo dejó, en su butaca roída por los años, con su libro de tapas color crema, medio abierto en la página de las trece rosas, y con su pipa, manchada de saliva envejecida. No nos dejó sin antes habernos contado cada detalle de su lucha por la libertad, y de su lucha por conseguirla a ella, que no fue menos dura. “Salió el Sol al paso de mi dulce Margarita”, era el encabezamiento de todas sus historias llenas de su coraje y esperanza, tan típicos y contagiosos. No quiero olvidar todas las tardes escuchando sus relatos. No quiero olvidar todo lo que le hace único. No quiero olvidar cómo era su mundo contado por él. No quiero olvidar cómo limpiaba el traje de su última guerrilla. No quiero olvidar cómo conoció a su Margarita, con empeño y valor, eso sí. No le quiero olvidar. Ya que sería como olvidarme a mí, parte de mi historia, y parte de lo aprendido a lo largo de mi vida. Por que al final, él fue, mi mejor libro de historia.